Quinto Fabio Máximo (h. 280 a. C.-203 a. C.), (en latín, Quintus Fabius Q. f. Q. n. Maximus) llamado Cunctator (el que retrasa), político y militar romano.
Fue nombrado cónsul en cinco ocasiones (233 a. C., 228 a. C., 215 a. C., 214 a. C. y 209 a. C.), y dictador en otras dos (221? - 219 a. C. y 217 a. C.). También ocupó el censorado en 230 a. C. Su alias Cunctator significa "el que retrasa" en latín, y hace referencia a sus tácticas utilizadas durante la Segunda Guerra Púnica para retrasar a Aníbal.
Descendiente de una ancestral familia de patricios romanos, con el agnomen Verrucosis, a partir de una verruga que tenía en el labio superior, Ovicula, ó el Cordero, por la suavidad o la apatía de su temperamento, y Cunctator, debido a su cautela en la guerra, era nieto de Quinto Fabio Máximo Gurges, y, tal vez, el hijo de Quinto Fabio Máximo, participó probablemente en la Primera Guerra Púnica, aunque no existen detalles sobre su papel en la contienda. Al final de la guerra, avanzó rápidamente en su carrera política.
Comenzó su cursus honorum en 237 a. C. sirviendo como cuestor y alcanzó el consulado por primera vez en el año 233 a. C., donde Liguria fue su provincia, y le fue otorgado un triunfo y un pretexto para dedicar un templo al Honor.
Fue censor en el año 230 a. C.; cónsul por segunda vez en 228 a. C.; se opuso a la ley agraria de C. Flaminio en el 227 a. C.,; fue dictador para la celebración de los comicios en el año 221 a. C.
En el año 218 a. C. formó parte de la embajada enviada a Cartago. Fue él quien declaró la guerra formalmente tras la captura de Sagunto por parte de Aníbal.
El senado romano le nombró dictador en junio del 217 a. C., tras el desastre del Lago Trasimeno. Algo fuera de lo común, ya que los dictadores eran normalmente elegidos por los cónsules.
Fabio era consciente de la superioridad militar cartaginesa y, cuando Aníbal invadió Italia, rehusó enfrentarse al general en batalla campal. En lugar de ello, mantuvo a sus tropas cercanas al ejército de Aníbal, hostigándolas constantemente en una guerra de desgaste.
Su primer acto como dictador fue calmar y llamar a los romanos a un solemne sacrificio y súplica a los dioses, después fue hacer el Lacio y los distritos vecinos insostenible para el enemigo. En la campaña, él estableció un plan simple e inmutable de acción. Evitó todo encuentro directo con el enemigo, trasladó su campamento de tierras altas a tierras altas, donde la caballería númida y la infantería hispana no podían seguirlo; observando los movimientos de Aníbal con extrema vigilancia, y atacando a los soldados rezagados y a los recolectores púnicos.
Logró arrinconar a Aníbal en uno de los altos valles entre Cales y el Volturno, y el cartaginés logró escapar hábilmente empleando bueyes con haces de leña ardiendo fijos a sus cuernos ladera abajo (ver Batalla del Ager Falernus).
Pero en Roma y en su propio campamento la cautela de Fabio fue malinterpretada. Se sospechaba incluso que quería prolongar la guerra para mantener el mando, y fue acusado de cobardía, de incapacidad, e incluso de traición, aunque usó la producción de sus haciendas para rescatar a prisioneros romanos. Sólo el propio Aníbal apreciaba el comportamiento de Fabio.
Su propio magister equitum, M. Minucio Rufo, encabezó el clamor contra él, y el Senado, indignado por los estragos de las haciendas de Campania, impaciente, condenaba su política dilatoria. Minucio, durante una breve ausencia de Fabio del campamento, obtuvo una ligera ventaja sobre Aníbal, en una escaramuza.
Un tribuno de la plebe, M. Metilio, promueve un proyecto de ley para dividir en partes iguales el mando del ejército entre el dictador y el magister equitum, y el Senado y las tribus lo aprueban. Minucio fue atrapado con facilidad, y habría sido destruido su ejército por Aníbal, a no ser que Fabio generosamente se apresurara en su rescate.
Minucio, ante el comportamiento magnánimo de Fabio, renunció a su mando, pero Fabio escrupulosamente estableció que su magistratura tenía fecha de vencimiento legal en seis meses.
Cuando finalizó su dictadura, se le devolvió el mando a los cónsules Cneo Servilio Gémino y Marco Atilio Régulo, y al año siguiente (216 a. C.) fueron elegidos Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón. Después de que estos dos cónsules fueran derrotados por Aníbal en Cannas el mismo año, el senado advirtió la inteligencia de las tácticas fabianas y el sobrenombre Cunctator se convirtió en un título honorífico.
Fabio fue uno de los primeros en dar gracias al retorno de Varrón desde Cannas por no haber perdido la esperanza de su país, y las medidas defensivas que el Senado aprobó en ese tiempo de consternación fueron dictadas por él.
Fue elegido pontífice en 216 a. C., era ya miembro del colegio augural, cargo que ocupó durante sesenta y dos años;dedicó por encargo público el templo de Venus Erycina, y se opuso a llenar las vacantes que la guerra había dejado en el Senado con latinos.
En 215 a. C. fue cónsul por tercera vez, cuando asoló Campania y comenzó el asedio de Capua. Cuando entregó las fasces amonestó al pueblo y al Senado por la caída en la calidad de todos los candidatos a las magistraturas, y los instó a elegir únicamente hombres competentes como cónsules. Su consejo llevó a su propia reelección, para el año 214 a. C. En este año hizo una incursión en Samnio y tomó Casilino.
En 213 a. C. Fabio sirvió como legado de su propio hijo, Q. Fabio, cónsul en ese año, y se conserva una anécdota que es un ejemplo de la rigurosidad de la disciplina romana. Al entrar en el campamento de Suessula Fabio avanza a caballo para saludar a su hijo. Pasaba frente a los lictores cuando el cónsul le ordenó con severidad desmontar. "Mi hijo", exclamó el anciano Fabio al bajar del anímal, "quería ver si tú recordabas que eras el cónsul."
Cuando Aníbal marcho hacia Roma, en el año 211 a. C., Fabio volvió a la estancia principal del Senado, y lo disuadió de abandonar el asedio de Capua, que significaba caer en la maniobra de distracción del cartaginés.
Fabio fue cónsul por quinta vez en el año 209 a. C., fue investido con el título casi hereditario de los Fabios Máximo de Princeps senatus, y le infligió una herida mortal al dominio de Aníbal del sur de Italia con la reconquista de Tarento.
La ciudadela de Tarento nunca había caído en manos de los cartagineses, y M. Livio Macato, su gobernador, algunos años después, se atribuyó el mérito de la recuperación de la ciudad. "Sin duda", comentó Fabio, "de no haberla perdido, yo nunca lo había recuperado".
El saqueo de la ciudad iba a ser entregado a los soldados, pero, se le planteó a Fabio si ciertas estatuas colosales e imágenes de las deidades tutelares de Tarento se debían enviar a Roma, "No", dijo Fabio, "dejemos a los Tarentinos a sus dioses enojados".
Él quitó de allí, sin embargo, una estatua de Hércules, el antepasado mítico de los Fabios, y la colocó en el Capitolio. M. Livio Salinator y C. Claudio Nerón, los cónsules elegidos para el año 207 a. C., se encontraban en abierta enemistad; y su reconciliación, se debió principalmente a la labor de Fabio.
En los últimos años de la segunda guerra púnica la influencia de Fabio parece haber decaído. La guerra se había hecho agresiva bajo una nueva generación de generales. Fabio, ya en edad adulta madura al final de la primera guerra púnica, era de edad avanzada en el último periodo de la segunda guerra púnica.
Él desaprobó las nuevas tácticas; temía, tal vez envidiaba, la supremacía política de Escipión el Africano, y fue un oponente inflexible a su plan de invadir África. Fabio no vivió para presenciar el fin de la guerra y el triunfo de su rival.
Murió en el año 203 a. C., en el momento que Aníbal abandonaba Italia. Su riqueza era grande y, sin embargo el pueblo sufragó mediante contribución los gastos de su funeral de su "padre", "el Gran Dictador", "él que individualmente, por su cautela, salvó a el Estado".
Fabio tuvo dos hijos, el más joven le sobrevivió, pronunció la oración fúnebre del mayor (Laudatio). Adoptó, probablemente a causa de la poca edad de su hijo menor, y después de la muerte de su hijo mayor, a un hijo de L. Emilio Paulo, el conquistador de Perseo.
Con el tiempo se convirtió en una figura legendaria, modelo de romano valiente y tenaz. De acuerdo a Ennio, ''unus homo nobis cunctando restituit rem - Un hombre ha restituido nuestro estado retrasando.
En 1883 un grupo de simpatizantes socialistas fundaron en Gran Bretaña la Sociedad Fabiana, con el objetivo de trabajar en favor de la reforma social y una sociedad más justa. Los fabianos, a diferencia de otras corrientes socialistas que predicaban el choque directo y la guerra abierta contra el capitalistmo, creen en la evolución gradual de la sociedad hacia el socialismo, y apuestan por el trabajo discreto y reformas graduales que, en su opinión, llevarán poco a poco al socialismo. La Sociedad Fabiana continuó su labor hasta nuestros días y, al igual que su mentor Quinto Fabio Máximo, cumplió la mayoría de sus objetivos, pues gran parte de las reformas que propusieron fueron puestas en práctica durante el siglo XX. El surgimiento del Estado del Bienestar a partir de 1945 debe mucho a los esfuerzos y el trabajo intelectual de la Sociedad Fabiana.
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