Cada año, los árboles
caducifolios o deciduos renuevan todas sus hojas, perdiendo el
follaje al llegar el otoño. El motivo es que en esta estación
las horas de luz se reducen, la radiación solar pierde fuerza y los
suelos muchas veces se hielan, dificultando la captación de agua y
nutrientes por parte de las raíces. En estas condiciones, la
productividad de las hojas disminuye. Cuando mantener el follaje
cuesta más de lo que produce, la estrategia más rentable para el
árbol es perder la hoja y pasar la estación desfavorable
en un estado de baja actividad o reposo. En este momento se
retira el suministro de savia (y clorofila) creando una película
entre la rama y la base de la hoja, que queda abandonada a su suerte.
El viento y la lluvia la hacen caer.
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