En el año 338 a. C. (época de la República) el cónsul Cayo Menio se vio envuelto en una batalla contra la flota de los volscos en el puerto de Antium, donde obtuvo una gran y definitiva victoria. El cónsul mandó arrancar los rostra (espolones) de los barcos enemigos para trasladarlos a Roma y colocarlos en el muro de la tribuna de oradores del Foro Romano. Desde entonces esta fue conocida como rostra y, por extensión, se acabó por dar el nombre a dichas tribunas. En origen esta tribuna se debía encontrar entre el foro de época republicana y el comitium, que entonces se encontraban diferenciados, por lo que los oradores podían ser escuchados de una y otra parte.
En el 44 a. C. César la trasladó a su ubicación definitiva en el foro. Junto a la tribuna se encontraban el miliarium aureum erigido por Augusto, que era el punto de partida supuesto de todas las carreteras del Imperio, situado del lado que linda con el templo de Saturno y el umbilicus urbis, al extremo norte de la tribuna, algo más tardío.
En el otro extremo del foro y formando parte del podio del templo de César se encontraba una segunda tribuna, los rostra divi Iuli, decorados con espolones de los barcos egipcios apresados en la batalla de Actium.
Una tercera tribuna se piensa que estaba emplazada frente al templo de Cástor, ya que las fuentes hablan de los Rostra tria.
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