Una de
las fuentes para conocer la ciencia de Sumer y Babilonia son las largas listas
descriptivas en las que los mesopotámicos compilaron sus conocimientos. Dioses,
tipologia de astros o aves se sometían a un mismo orden. Tal cosmovisión se
materializó en una compleja red de relaciones regidas por criterios racionales
–destreza, habilidad, etc.– en el que el mismo sujeto debía incluirse como
parte de ese conjunto.
Los
listados, los textos arcaicos de Uruk,
se consideran los primeros escritos científicos de la historia humana (3000
a.C.). En su origen, los escribas los utilizaban para ejercitar la memoria; más
tarde terminaron por convertirse en verdaderas enciclopedias temáticas, que
incluían asuntos religiosos (relación jerárquica de los dioses),
historiográficos (rango dinastías, crónicas) o topográficos.
La
ciencia adivinatoria,
de la que dependían otros “saberes”, debía interpretarse según los presagios.
La medicina fue uno de estos ámbitos más desarrollados: alrededor de su estudio
se desplegaron las primeras recetas, tratamientos, instrumentos quirúrgicos,
incluso indicaciones concretas para tratar afecciones internas e externas. A
finales del segundo milenio antes de nuestra, se elaboró una compilación todos
los conocimientos anatómicos mesopotámicos en el denominado Libro de diagnosis
y prognosis médicas, que demuestra un profundo conocimiento de la morfología
humana.
En el campo de la astronomía los
mesopotamios fueron sobresalientes en sus cálculos y observaciones –algunos de
ellos muy exactos– que luego usaban para las predicciones astrológicas
(posición del sol, equinoccios, eclipses, etc.). En la serie de tablillas de
“El Arado” se describían los tres “Caminos” de los ecuadores celestes
(dedicados a los dioses Anu, Enlil y Ea), en los que se localizaban 36
constelaciones astrales. Los astros pertenecientes al “Camino de la luna” se
han considerado sin lugar a dudas como los precedentes de los signos
zodiacales.
Para
llegar a estos complicados cálculos,
las matemáticas fueron el instrumento principal. Era una
ciencia inspirada en la propia vida cotidiana: la regulación del calendario
mediante la introducción de meses suplementarios y las llamadas “tablas” son
ejemplos claros. Estas últimas eran textos matemáticos de los que los
mesopotamios se servían para resolver problemas de pesos y medidas derivados de
actividades diarias como el comercio o la agrimensura. La peculiaridad residía
en el uso del sistema sexagesimal (1:60) y en el hecho de poder sumar y restar,
pero no multiplicar ni dividir; para realizar estas últimas operaciones se
confeccionaron las primeras “tablas de multiplicar” junto con tablas de
cuadrados y cubos, que leídas al revés se convertían en tablas de raíces
cuadradas y cúbicas.
NATIONAL
GEOGRAPHIC
No hay comentarios:
Publicar un comentario